lunes, 24 de octubre de 2016

Pero... también hubo Contrarrevolución

Diez años después de la Revolución de 1944, en 1954, los opositores al gobierno de Árbenz se unificaron en el llamado Movimiento de Liberación Nacional. Bajo el mando del teniente coronel Carlos Castillo Armas y con el apoyo de Juan Córdova Cerna, director de la CIA en Centroamérica, quien fue el verdadero líder del Ejército de Liberación y se infiltró en el gobierno de la Junta Revolucionaria como ministro de Gobernación; esta acción fue el preámbulo para que se iniciarán los planes para el derrocamiento en la denominada «Operación PBSUCESS», la cual, bajo otro nombre tenía como objetivo derrocar a la Junta Revolucionaria, sin embargo se logró hasta con el presidente Árbenz.



Con el apoyo de las dictaduras de Nicaragua y Honduras se planeó una invasión desde este último país, se reunió un pequeño ejército, cuyos aviones incursionaron sobre Guatemala, arrojando propaganda contra el Gobierno y atacando objetivos militares. El 18 de junio de 1954, el Ejército de Liberación invadió el país por Esquipulas y tomó Chiquimula. Al presidente Árbenz solamente una sección del ejército le dio su apoyo por lo que no pudo oponer una resistencia efectiva, y la invasión ya había avanzado demasiado. Árbenz renunció el 27 de junio, dejando la presidencia en manos del coronel Carlos Enrique Díaz, jefe de las Fuerzas Armadas, y se asiló en la embajada de México.


El coronel Díaz fue sustituido por una junta militar integrada por los coroneles Elfego H. Monzón, José Luis Cruz Salazar y Mauricio Dubois. El coronel Monzón, presidente de la junta militar, firmó con Castillo Armas, en San Salvador, un pacto que puso fin a la guerra, y le otorgó el poder a este, quien había traicionado al Lic. Juan Córdova Cerna e inmediatamente devolvió las tierras a los terratenientes e inauguró un período de sucesivos gobiernos militares en el país que incurrieron en una considerable deuda externa.

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